martes, 25 de septiembre de 2012

"La Justicia no escucha como debe"

Mariana Carbajal es periodista, especializada en temas de género. Trabaja en Página/12 y en la Televisión Pública. Fue entrevistada en La Kermés, el programa que difunde los sábados FM Sonar, en el 91.3Mhz de Santa Rosa.
Dice que hay sentencias judiciales "de una misoginia apabullante". Opina que la tapa de "Noticias" con la caricatura de Cristina en éxtasis buscaba que la censuren.
Se "sorprende" por el posicionamiento de Jorge Lanata, que "hace política". Habla de un sugestivo título de tapa del diario La Arena. Y asevera que en la última década se aprobaron leyes positivas e interesantes, pero que no se aplican, especialmente cuando intervienen gobiernos provinciales.
A continuación, la entrevista completa.

-El otro día el diario "La Arena" publicó en su tapa la información de la agresión de una mujer a su pareja, un hombre, y la señaló como "violencia de género". ¿Es eso violencia de género? ¿Qué explicación puede darse?
-Es una pregunta que se hace recurrentemente cuando hablamos del drama de la violencia hacia las mujeres. Siempre alguien tiene para decir que “en mi barrio conozco una mujer que le pega al marido”, o “conozco a un hombre que tiene vegüenza de contar que la mujer lo maltrata”. Hay mujeres que también maltratan, maltratadoras. Pero las estadísticas muestran que son casos ínfimos comparados con la cantidad de mujeres que son víctimas de violencia a manos de su pareja o expareja. Hay que pensarlo en esos términos. Se utiliza “violencia de género”, porque los datos estadísticos dan cuenta de esa brutalidad, en el sentido de que una amplísima mayoría de las víctimas son mujeres -y esto lo marcan los números de cualquier organismo donde se reciben denuncias, y cuando hay varones en general son niños, en el marco de un maltrato familiar-. No podemos comparar como fenómeno, poner en términos igualitarios, cuando el hombre resulta víctima en el marco de una relación violenta intrafamiliar. Digo esto porque suele haber ese tipo de comentarios, como una reacción frente a lo inevitable de señalar: las mujeres mayoritariamente son víctimas de estos delitos, maltratos, abusos y violaciones. El agresor mayoritariamente es un hombre. Hay situaciones en las cuales las víctimas son amplísima mayoría mujeres y los victimarios son en amplísima mayoría varones. No lo podemos soslayar, porque la violencia hacia las mujeres tiene su caldo de cultivo, su origen, en la desigualdad, en el trato que tienen las mujeres en la sociedad. El hombre maltrata a la mujer por una cuestión de dominación, considera a la mujer como objeto, parte de su propiedad y por eso ocurren tantos hechos de tanta violencia cuando esa mujer resuelve salir de esa relación. Es el momento de mayor riesgo, lamentablemente, porque hay hombres que no toleran la autonomía de las mujeres, cuando deciden que van a escribir su propia historia es que se dan estas reacciones tan violentas con la expresión del femicidio como más extremo. Hay casos de mujeres que han asesinado a parejas o ex parejas, pero son los menos y muchas veces tienen que ver con historias anteriores de violencia, donde ellas han sido víctimas y a veces hay una reacción extrema, desmesurada.

-¿Se podría decir que los medios son más responsables en el tratamiento de estos temas?
-Observamos quienes trabajamos en esto que se ha ido incorporando un lenguaje correcto, en torno a esto, en el sentido de hablar de violencia de género, violencia machista o violencia hacia las mujeres; o incorporar el término “femicidio”, una palabra de hace varias décadas que surge en la academia para denunciar un asesinato que sufren sólo las mujeres, y que no tiene que ver con la inseguridad urbana sino la inseguridad hacia el interior de una pareja o de una familia. En otros contextos latinoamericanos también se ve, en el narcotráfico, en las mafias donde los cuerpos de las mujeres son moneda de cambio en esas guerras. En Argentina lo vemos más en los vínculos de pareja. Afortunadamente el trabajo que venimos haciendo desde la red PAR ha contribuido a que se vayan incorporando estos lenguajes, trabajando por una comunicación no sexista y algunas indicaciones, como eliminar el concepto de “crimen pasional”, porque la pasión no mata. Cuando se usa la idea del “crimen pasional” es como que decimos “la quería tanto que la mató”, y hay cierta justificación en esa frase. Observamos afortunadamente, con gratitud, que desde los medios, han ido incorporando estas recomendaciones y eso es interesante. Con el lenguaje se construye realidad, y en la medida en que eliminemos esa idea eliminamos esas justificaciones. Muchas veces se escucha que “bueno, él era muy celoso...” o que “ella lo engañó, le era infiel...”. No hay nada que justifique la violencia, ni hacia las mujeres ni hacia ninguna persona.

-Respecto de este cambio de lenguaje, ¿es a conciencia o se da más porque es políticamente correcto, algo más renovado, más acorde a la situación?
-Vamos aprendiendo todos en el andar. Cuando se pone la lupa sobre la perspectiva de género en el periodismo, se ve la realidad con otros ojos. Es una mirada distinta a nuestros colegas, muchos lo hacen a conciencia, comprometidos, es un periodismo que se hace desde el punto de vista de los Derechos Humanos. La idea es que no lo tomemos como una “especialidad” trabajar estos temas; cualquier editor, cualquier periodista puede tener esa mirada de género: ver cómo afecta la realidad, las políticas públicas, a mujeres y a varones, que sabemos que es en forma diferente. No somos un todo. En la medida en que podamos mirar y analizar situaciones con esta lupa que permita ver cómo es el tabaquismo en las mujeres y en los varones; cómo es la deserción escolar entre los adolescentes y las adolescentes; qué pasa con las jefas y jefes de hogar; qué pasa con la desocupación en las mujeres y en los varones... no sólo el tema de la violencia, del aborto, o la problemática del acceso a los anticonceptivos, que son temáticas particulares. Es un llamado a que periodistas de otras secciones miremos con estos lentes distintos. En la medida en que eso se vaya incorporando, vamos a tener un periodismo de mayor calidad.

-¿Qué mirada tenés respecto del Poder Judicial?
-Uy... hay que cambiar muchas cosas. El Poder Judicial, en su esencia, es machista. Lo dicen las juezas y los operadores, uno puede observar sentencias de una misoginia y un sexismo apabullante, así como hay otras que tienen una perspectiva de Derecho. Históricamente los hombres en el Poder Judicial ocupan los lugares de decisión, afortunadamente este camino se está empezando de a poquito a desandar, tenemos dos juezas en la Corte que han sido una incorporación que promovió el ex presidente Néstor Kirchner y fíjense lo que ha generado: se creó la Oficina de la Mujer y la Oficina de Violencia Doméstica. Han hecho una revolución, o están empezando a hacerla. La Oficina de la Mujer ha promovido la capacitación con replicadores, con talleres homologados por Naciones Unidas, con materiales realmente muy buenos, para sensibilizar a todos los operadores de la Justicia en lo que es la perspectiva de género, la atención de víctimas de violencia y ahora incorporaron un módulo que tiene que ver con la trata de personas. Las víctimas tienen características muy particulares, muy diferentes de otros delitos: no es lo mismo la víctima de un robo que una mujer que es víctima de violencia de género. Donde va a ir a hacer la denuncia y tal vez se desdice porque tiene miedo o la amenazan, o está en situación de extrema vulnerabilidad. No está en igualdad de condiciones con la otra persona, no se le puede aplicar una probation al agresor por el nudo por el cual agrede... hay un montón de cuestiones que una mujer que denuncia en los tribunales se minimiza, porque ella denuncia una amenaza. El otro día condenaron a 19 años de prisión a un agresor por tentativa de homicidio y la mujer había hecho como 80 denuncias, sin respuesta adecuada para protegerla. Las primeras agresiones eran que le tiraba un vaso de Coca en la cara... si denunciás eso, se te ríen en la cara. Si se comprende que es el inicio de algo más, con una amenza, que es la problemática de la violencia de género, y que no son agresiones aisladas, se puede comprender que esa mujer está en riesgo. Pero muchas veces la Justicia no escucha como debe y desprotege a esas mujeres. A esto me refiero con las miradas que deben mejorarse. Hay políticas públicas que promueven mirar estas temáticas con otros ojos.

-Hace un tiempo se habla de aumentar la pena por el delito de femicidio: ¿considerás que eso soluciona el problema?
-No tengo una posición tomada, tengo miradas distintas. Por un lado, el aumento de penas no disuade, el Código Penal en todo caso transmite un mensaje y entonces quienes están a favor dicen que lo que se quiere transmitir es que este delito de femicidio es el peor y por eso lo castigamos con la máxima. Hoy, el homicidio agravado por el vínculo, tiene la máxima prevista. Hay que ampliar esos agravantes a incorporar otras figuras, como el conviviente, el concubino, o la ex pareja, para alcanzar a esas relaciones que no pasaron por el Registro Civil. Se observa que otros países han ido avanzando con la tipificación del femicidio como delito autónomo con distintas figuras, algunas menos amplias -la pareja o la ex-, otras hablan de otros delitos, pero lo que se ve es que si no es clara la definición... el delito penal debe estar bien definido para aplicarse. Una definición amplia como “odio de género” puede generar ambigüedades que dificulten su aplicación. Un proyecto en la Cámara de Diputados, con media sanción, considera agravante incorporando nuevos vínculos y habla del odio de género... hay un dictamen en Senadores, de hace 2 semanas, que modifica el primer proyecto y que incorpora la tipificación como delito autónomo: el que asesinara a una mujer o a quien se autopercibe como mujer, por una situación de violencia de género.

-De todas maneras, poner expectativas en el Derecho Penal o en la pena, hace que corramos el riesgo de no ver la causa...
-Yo lo que pienso es que puede ser que sea necesario dar ese mensaje claro y discutirlo en el Congreso, ampliar agravantes, tipificar como figura autónoma. Pero no es el único camino, porque el Código Penal llega tarde. En el caso del femicidio, cuando la mujer ya está muerta. Tenemos que llegar antes, en la prevención. Y esta es la gran falencia: que no hay un plan nacional, como establece la ley que se aprobó en 2009, que ordena prevenir, sancionar y erradicar la violencia, articulando, no es sólo responsabilidad del gobierno nacional; está previsto en la ley que haya, por ejemplo, microcréditos para las mujeres que no tienen independencia económica y que muchas veces se mantienen en relaciones violentas porque no tienen la posibilidad de mantenerse; el acceso a justicia de modo más aceitado, que realmente se las escuche; otras ayudas del tipo de la asignación universal para estas situaciones; hay que trabajar en los colegios formando niños y niñas con valores antidiscriminatorios, porque el caldo de cultivo es la situación en que los hombres se consideran superiores... es una situación de posesión y dominación. Hay que trabajar fuertemente con las nuevas generaciones. Tenemos buenas leyes, se ha avanzado en la última década, pero a veces no se cumplen. Una diputada me comentaba un monitoreo sobre la mortalidad materna y me decía que en las provincias les sobran los anticonceptivos que les envía la Nación. ¿Y por qué les sobra? Porque a lo mejor el médico va a la salita una vez por semana y la señora cuando fue no lo encontró... Están los métodos pero no llegan a quienes los necesitan. Las leyes están, son interesantes, el material para que se trabaje en las aulas es interesante pero encontramos provincias que se resisten a aplicarlo. Es la característica de un país federal... y por más que desde Nación se dictaminen políticas, la Educación y la Salud dependen de cada jurisdicción. Ahí está el trabajo de la sociedad civil de reclamar, denunciar, peticionar a las autoridades, para que estas normativas que han trabajado, y que han avanzado en la ampliación de derechos, lleguen a los ciudadanos y ciudadanas.

-¿Qué pensás de la imagen de la presidenta en la tapa de Noticias? ¿Reproduce una concepción peyorativa de la mujer, independientemente de que sea la presidenta?
-No es “independientemente de que sea la presidenta”. Es la presidenta. Y a mí me parece que hubo distintas expresiones, de repudio, yo lo he hecho. Pero no sé si ataca a todas las mujeres, ataca a la presidenta. Porque más allá de que no es delito la falta de respeto a la investidura presidencial, es la presidenta. Es una falta de respeto haber tomado esa imagen del video de un grupo que con eso pretende promocionarse. Lo tenemos que ver no como un hecho aislado. La revista Noticias viene atacando la figura de la presidenta por el hecho de ser mujer, porque tienen un enfrentamiento fuerte. La trataron de bipolar, de medicada, la acusan por sus ropas, por sus carteras, todas cuestiones que tienen que ver con su feminidad... más el “doble comando”, o que no iba a poder gobernar... Es una editorial alineada en una batalla fuerte contra este proyecto político y busca distintas formas de atacar. En el caso de la tapa lo que buscaban creo que también es una censura, para después victimizarse y decir que estaba afectada la libertad de expresión.

-Vos trabajás en Página/12, y trabajaste con Jorge Lanata: ¿qué opinión te merece su actual posicionamiento?
-Yo trabajé con él, estoy casi desde el inicio del diario, entré como becaria, era estudiante universitaria y él era director. La verdad que me sorprende el lugar que ocupa hoy, en la política, porque está haciendo política a través de los medios de comunicación. Me sorprende su posicionamiento.

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